Para Taimy Barreda Martínez, agente de ventas y servicio a pasajeros en el aeropuerto de Nueva Gerona, este lugar no es solo su espacio de trabajo, sino una verdadera extensión de su hogar. Su rutina diaria refleja la vida de alguien que casi vive entre despegues y aterrizajes.
Con horarios impredecibles que comienzan a las cinco de la mañana y se extienden hasta las siete de la noche, o incluso jornadas que arrancan a las cuatro de la tarde y enlazan un día con otro, el aeropuerto se ha convertido en su segunda casa. Taimy y sus compañeros enfrentan el reto constante de lidiar con vuelos retrasados y cambios de última hora en la planificación, lo que añade una dosis de adrenalina y desafío a cada jornada.
La interacción con las personas es un aspecto clave en la vida de Taimy. Para ella, tratar con los clientes es una experiencia profundamente enriquecedora. «Interesante, interesante, interesante», repite con énfasis, destacando cómo el contacto humano le permite conocer a tantas personas a lo largo de los años.
Después de un periodo difícil en el que hubo una pausa en el flujo de pasajeros por el aeropuerto al interrumpirse los vuelos nacionales regulares con destino a la Isla de la Juventud, el reencuentro con los clientes habituales ha sido una fuente de alegría y admiración, una vez que estos se han restablecido con dos frecuencias semanales.
La oportunidad de atender nuevamente a las mismas personas que hace tiempo no veía genera una conexión emocional que va más allá de lo profesional. Aun el flujo aéreo en la Isla de la Juventud no es ni de lejos el deseado, pero retomar las conexiones nacionales ha sido una brisa de aire fresco.
El año 2024 trajo consigo desafíos comparables a los vividos durante la pandemia de COVID-19. Para Taimy, fue casi como un segundo confinamiento, un periodo de incertidumbre en el que el flujo de pasajeros disminuyó drásticamente: un aeropuerto sin vuelos. Sin embargo, lejos de rendirse, los trabajadores del aeropuerto se enfocaron en mantener la estética y funcionalidad del lugar, evitando que se deteriorara. Este esfuerzo conjunto fue clave para preservar el espíritu del equipo y garantizar que el aeropuerto permaneciera en condiciones óptimas.
A pesar de las dificultades, se trabajó intensamente en iniciativas como foros y actividades de mejora, que contribuyen significativamente a la productividad del equipo. Con la mirada puesta en el 2025, Taimy expresa su esperanza de que se incremente el número de vuelos, que se logren reparaciones en nuestros aviones y que se establezcan nuevos convenios con aerolíneas. Estas mejoras permitirían no solo reactivar el movimiento en el aeropuerto, sino también brindar soluciones a las necesidades de los trabajadores y la población.
Pese a todo, Taimy mantiene su compromiso y pasión por el aeropuerto, al que considera su segunda familia. «Estoy mucho más tiempo en el aeropuerto si la vida me lo permite», confiesa, dejando en claro que este sitio y su gente ocupan un lugar especial en su corazón. Con gratitud y esperanza, afronta cada día como una nueva oportunidad para crecer y contribuir.