Felipe, “conocer es haber vivido muchas vidas”

A Felipe García Cartaya le faltan solo tres meses para cumplir 76 años, y habla con la agilidad de quien idea aún nuevos proyectos. De estatura muy alta, casi seis pies según se describe, acumula casi cincuenta años de trabajo.
Felipe es ingeniero mecánico de profesión, pero también fue voleibolista, responsable de núcleos del Partido, y jefe de Calidad en uno de los sectores más exigentes del país: la aviación civil. Lleva 31 años vinculado a ese sistema, de los cuales casi dos décadas han transcurrido en la Corporación de la Aviación Cubana S. A. (CACSA), donde ha trabajado con rigor en temas como la normalización, la metrología, la calidad y la acreditación.
Nació en Matanzas en 1949. “Crecí en un barrio pegado al primer río, el Yumurí. De niño jugaba bolones, pelota en la calle, como todo el mundo, yo me metí hasta en un grupo de danza y luego en el deporte, practiqué muchas cosas. Uno tiene esa cosa de muchachos, a veces es una energía que uno tiene que saber canalizar”.
A los 18 años era miembro de la Selección Nacional de Voleibol, cursaba entonces la Escuela de Superación de Perfeccionamiento Atlético, donde participó incluso en un evento internacional. Estaba becado a la par en el preuniversitario Héroes de Yaguajay. “Esos fueron pasos preliminares, preparándome para entrar en la universidad: Cujae de 1970 a 1975 y un título de Ingeniero Mecánico. Cuando me gradué me enviaron para Matanzas, y estuve en la Rayonera de Matanzas y un día fue a buscarme el inversionista de una futura planta de envases de vidrio de Las Tunas”.
“Imagínese usted, yo matancero, viviendo a media hora de Varadero no había tenido en cuenta eso. Había sido dirigente de la Juventud, entonces uno tiene ese ímpetu joven, de estar dispuesto a ir donde me ubiquen, y dije pa´ las Tunas”.
Allí trabajó durante ocho años donde vivió el proceso completo, desde el movimiento de tierra en la construcción de esa industria hasta la producción automatizada, y recibió capacitación técnica en Bélgica, Francia y Alemania Federal, lugares que también eran fabricantes.
La empresa mecánica “Enrique Varona Gonzáles” ubicada en San Miguel del Padrón, por Caballo Blanco fue otro empleo donde ocupó diversos cargos técnicos y administrativos. Unos años después regresó a Matanzas, y más adelante comenzó a trabajar en el Aeropuerto Internacional de Varadero como metrólogo y jefe del Grupo de Calidad.
“Lo primero que hice fue ir al laboratorio, instrumento por instrumento. Es imposible dirigir sin conocer de verdad lo que uno tiene entre manos.” Desde ahí se consolidó su vínculo con la aviación civil. En 2004, se incorporó a la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeroportuarios (ECASA) y en 2005 a CACSA donde lleva prácticamente 21 años de trabajo:
“Aquí hay medioambiente, hay ciencia, tecnología e innovación… hacemos auditorías, controles, inspecciones en todas las empresas de aviación en todo el país. Es una función que también es bonita y hay que tener conocimiento en el sentido que uno tiene que saber penetrar en todas las ramas”.
“Realmente la actividad de la aviación es apasionante, uno llega, como la mayoría a tener ese sentido de pertenencia a la actividad y a la profesión. Es un sector complejo. Aquí nada puede salir mal, porque cualquier error tiene consecuencias enormes. Todo está regulado, medido, probado. Desde el pH del alimento que se sirve en un vuelo, hasta el manómetro que indica la presión en un depósito. Y si no se mide bien, no hay cómo garantizar seguridad”.
Su defensa de la normalización técnica va más allá de la norma. Cree que es una filosofía de trabajo. “Sin normas, no hay forma de asegurar calidad, ni inocuidad, ni confiabilidad. Y para que una norma funcione, hay que conocer a fondo la actividad a la que se aplica”.
Aunque ya está jubilado oficialmente, se recontrató en julio del pasado año, con una década por encima de la edad estándar de jubilación del país: “pude haberme jubilado hace años y no lo hice, y al final creo que hasta cierto punto combino, porque ha cambiado la manera de hacer, la tecnología, el ordenamiento de muchas cosas. Hay una compañera nueva que está aprendiendo. Yo tengo la tarea de formarla. Eso también me mantiene”.
En sus palabras finales, se detiene a hablarle a los jóvenes: “Tienen otras formas de ver el mundo, y eso está bien. Pero hay algo que no cambia: hay que estudiar mucho, leer mucho, y prepararse de verdad. No se trata de saberse todo, sino de tener una actitud. Si algo no te gusta, estúdialo hasta que lo entiendas, y te vas a dar cuenta de que sí te interesa. El conocimiento enamora.”

Fotos Naturaleza Secreta