Por Carlos Concepción Puentes. Historiador Aeronáutico
Tiene La Habana, nuestra ciudad capital adentrada en sus 500 años de vida e Historia, el inmenso honor de ser cuna y testigo, de la vida del más ilustre y universal de los cubanos, de nuestro Héroe Nacional.
Fue José Martí el cubano de proyección universal que rebasó las fronteras de la época en que vivió para convertirse en el más grande pensador político hispanoamericano del siglo XIX hasta nuestros días. Había nacido en nuestra ciudad, el 28 de enero de 1853, en una humilde casa de la calle Paula, y fue bautizado 15 días más tarde, el 12 de febrero, en la Iglesia del Santo Ángel Custodio de La Habana. Su bautizo, sin saberlo la familia, se unía desde ese momento a la Historia y la estirpe de ilustres habaneros, pues en esta parroquia había sido bautizado años antes, Félix Varela, el gran pensador cubano.
Aquel recién bautizado niño fue el primero del matrimonio de los españoles asentados en La Habana, Don Mariano Martí Navarro, natural de Valencia y de Doña Leonor Pérez y Cabrera, natural de Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias. Fue José Martí el primogénito y único varón de la familia, conformada en pocos años por 7 hermanas, en un hogar humilde y honesto, unido en alma y amores, en no pocas penurias y sufrimientos devenidos de las contradicciones de la Cuba colonial, al borde de un estallido social, que pronto devendrá en lucha por la independencia nacional.
La ciudad le vio de niño aprender sus primeras letras en el colegio de barrio cercano a casa y a los siete años recibir en el colegio San Anacleto, del maestro Rafael Sixto Casado, gran parte de su educación primaria junto a su primera gran amistad, el niño Fermín Valdés Domínguez, quien se convertiría en un hermano para todo el resto de sus vidas.
En 1862, a la edad de nueve años y con una excelente caligrafía y redacción, viaja con el padre al partido territorial de Hanábana, territorio de la actual provincia de Matanzas, con el fin de ayudar a su padre nombrado Capitán Juez Pedáneo, autoridad en la zona. El encuentro con la naturaleza y la vida rural, amplían el saber del niño Martí, quien tendrá su primer encuentro con la cruel y humillante vida de la esclavitud colonial, expresada años más tardes en sus versos y escritos.
Regresa a la capital y en marzo de 1865 ingresa en la Escuela de Instrucción Primaria Superior de Varones, ubicada en la calle Prado, No 88, lugar donde reside e imparte clases Rafael María de Mendive, quien dejará en Martí huellas imborrables, por la fuerza del ejemplo como patriota, poeta y maestro.
El 17 de septiembre de 1866, con sólo 13 años de edad, es admitido —a solicitud de Mendive— en el Instituto de Segunda Enseñanza, en la calle Obispo No. 8. A la sensibilidad humana de José Julián, no escapa la delicada situación que presenta el país y que ve reflejada en su ciudad. En su nuevo hogar de la calle Refugio No. 11, con 14 años, recuerda una premonición que le hizo su padre:
… a mí no me extrañaría verte defendiendo mañana las libertades de tu tierra…
En marzo de 1867, la familia se traslada de residencia hacia la calle Peñalver No. 53. Mientras cursa el segundo año de bachillerato, recibe diferentes premios y reconocimientos por sus resultados académicos.
Meses antes de iniciarse la lucha independentista el 10 de octubre de 1868, la familia Martí Pérez se trasladan para la calle San José entre Gervasio y Escobar, pero el joven José Julián se mantiene residiendo en la misma casa de su maestro, lo que le facilitaría poder asistir diariamente a clases. La casa de Mendive le permite conocer el desarrollo de los acontecimientos y comienza a manifestar su total apoyo a la contienda a través de su pluma. Así aparece su soneto ¡10 de Octubre!
En octubre de 1869, un nuevo cambio de domicilio familiar permite ubicar a la familia Martí – Pérez en la calle San Rafael No. 55. El día cuatro de este mismo mes, una escuadra de Voluntarios pasan frente a la casa de Fermín Valdés Domínguez y consideran que los jóvenes allí presentes se han burlado de ellos, se produce un registro en dicha casa ocupándose una carta firmada por Martí y Fermín en la que tildan de traidor a un condiscípulo por alistarse al Cuerpo de Voluntarios y pelear contra su patria. Cinco meses más tarde, el 4 de marzo de 1870, durante el Consejo de Guerra al que son sometidos Martí y Fermín, Martí sostiene con ejemplar valentía la responsabilidad única como autor de la mencionada carta. Por decisión unánime del tribunal es condenado el joven José Julián a seis años de presidio y trabajo forzado; Fermín Valdés Domínguez a seis meses de arresto mayor en la Fortaleza de La Cabaña. La injusticia no tenía límite, iniciaba el ascenso del joven Martí, al pedestal de la patria. Tiempo después, en su obra El presidio político en Cuba escribe:
Era el 5 de abril de 1870. Meses hacía que había yo cumplido diecisiete años. Mi patria me había arrancado de los brazos de mi madre, y señalado un lugar en su banquete. Yo besé sus manos y las mojé con el llanto de mi orgullo, y ella partió, y me dejó abandonado a mí mismo… Mi patria me estrechó en sus brazos, y me besó en la frente, y partió de nuevo, señalándome con la una mano el espacio y con la otra las canteras.
Ya en el Presidio le asignan el número 113, de la Primera Brigada de Blancos y es destinado a trabajar en las Canteras de San Lázaro, estas que La Habana recuerda hoy, muy cercano a nosotros, en parte del área del Museo Fragua Martiana.
La cárcel es dura para el joven Martí, conoce del horror y desmanes del régimen carcelario colonial y llega a enfermar y ver debilitar sus fuerzas, pero nunca su alma y decisión de su empeño libertario.
A solicitud de su familia es conmutada la pena a confinamiento en la Fortaleza de La Cabaña, más tarde a la Isla de Pinos y finalmente, al destierro a España, al que parte el 15 de enero de 1871: ese día escribe a su madre:
De aquí a 2 horas embarco desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, sólo a Vd. lo debo y de Vd. y sólo de Vd. es cuánto de bueno y cariñoso tengo.
Ese es el alma, transparente y pura del joven José Martí, el joven habanero que iniciaba un recorrido que lo haría universal, un destierro sin retorno seguro, un destierro con un solo regreso, a la manigua en armas para dar su vida o lograr la libertad de su patria.
España, le da el termino de sus estudios y formación académica, el conocimiento del cimiento del sistema colonial, parte de su saber y cultura general, la dicha de su primer amor y sus primeras obras escritas. México, para inicios de 1876, le acogió como a un hijo, el reencuentro familiar y un amigo para siempre, Manuel Mercado, a quien confiaría su testamento político. Se forja como periodista y orador consagrado cuando apenas sobrepasaba los 26 años de edad. Conoció y se identificó aún más con la realidad latinoamericana, el sufrimiento del indio y la necesidad de una sociedad más justa y democrática para los pueblos de América. Le seguirá su periplo por Centroamérica, especialmente su estancia en Guatemala, donde se consagra como profesional del magisterio, y expone ante todos su sueño de justicia social. Prosigue su andar por sur américa, buscando la tierra del Libertador, donde al llegar a Caracas, a inicios de 1880, antes de preguntar dónde se comía o dormía, se fue en respeto agradecido, a venerar la Estatua de Simón Bolívar. Venezuela lo consagra como periodista, maestro y lo reconoce como intelectual de Iberoamérica. Sin otro destino inmediato posible, desde donde insertarse directamente en los preparativos de una nueva y emancipadora lucha por su país, para la liberación definitiva del coloniaje español, se traslada a su último destierro, la nación norteamericana.
En agosto de 1881 llega a Nueva York, por segunda vez, donde era miembro del Comité Revolucionario Cubano , con un objetivo central totalmente definido: organizar la denominada Guerra Necesaria. Había declarado en su primer discurso en esa ciudad en enero de 1880:
..Los grandes derechos no se compran con lágrimas, -sino con sangre. Las piedras del Morro son sobrado fuertes para que las derritamos con lamentos, -y sobrado flojas para que resistan largo tiempo a nuestras balas.
Para lograr su objetivo, se une, en 1884, a Gómez y Maceo en un plan de reinicio de la guerra en Cuba de estos insignes y veteranos patriotas. Ante la objetividad adversa del momento se separa momentáneamente del Plan, argumentando sus razones a los destacados veteranos:
…general, a un pueblo no se manda como se manda a un campamento… Respetar a un pueblo que nos ama y espera de nosotros, es la mayor grandeza.
La nobleza y transparencia política de José Martí desde entonces, le dan un lugar cimero en la historia cubana y Latinoamericana. En estos largos y trascendentales años de su vida, su figura alcanza una dimensión que sobrepasa las fronteras del continente americano. Resaltan en todo su esplendor sus brillantes dotes como periodista, literato, poeta, diplomático, maestro y sociólogo.
Por sus sobresalientes cualidades que ya lo distinguen entre los más destacados servidores del continente, el 16 de abril de 1887, es nombrado Cónsul General de la República del Uruguay en Nueva York, posteriormente, en 1890, es nombrado Cónsul de la República Argentina, más tarde del Paraguay.
En 1891, en Nueva York convoca a todos sus compatriotas a la unión, expresando:
…Pongamos, alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: Con todos, y para el bien de todos,… yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
La unidad se logra y el 10 de abril de 1892 queda proclamada la constitución del Partido Revolucionario Cubano, donde es elegido José Martí en el cargo máximo, con el humilde nombramiento de Delegado. La Revolución está organizada, el estallido de la lucha, con la unión de veteranos y jóvenes patriotas esta lograda, el día está señalado, 24 de febrero de 1895. A la tierra amada, luego de dos décadas de exilio, llega junto a los primeros José Martí, el Delegado, el Presidente, como vitorean los nuevos y viejos soldados de la patria en armas. Se siente erguido, se siente pleno, y al serle entregado por Máximo Gómez graduación militar, expresa en su diario, asombrado y conmovido:
Al caer la tarde, en fila la gente, sale a la cañada el Gral., con Paquito, Guerra y Ruenes. Sube Ángel Guerra, llamándome, y al Cap. Cardoso. Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al Del., el Ejército Libertador, por él su jefe, electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos.
En la manigua, el 18 de mayo de 1895, apenas a horas de su partida física, escribe a su amigo, Manuel Mercado su reconocido testamento político:
..ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo – de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin (…)
Al día siguiente, el 19 de mayo de 1895, caía en combate, en su amada patria, José Julián Martí y Pérez, aquel hijo de La Habana, que iniciada su infancia en nuestras calles, donde desde más de un siglo se le recuerda en innumerables monumentos y estatuillas, se convirtió con su obra y sueños, en el más venerable y universal de los cubanos, en el precursor de sueños y de esta patria libre que ni irreverentes, ni ignorantes , podrán manchar con desagravios y traiciones.
Sirvan a aquellos y a todos los que amamos y queremos a nuestro Héroe Nacional, recordar su concepto y dimensión de Héroe:
…son los Héroes los que pelean para hacer a los pueblos libres,…los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, son criminales… …los héroes son propiedad humana….son propiedad de todas las edades…