La Mujer y la aviación en Cuba

Por: Carlos Concepción Puentes.

En la Cuba colonial de finales del siglo XVIII, la noticia del primer vuelo de los hermanos   Montgolfier en su globo aerostático sobre los cielos de Francia, repercutió de inmediato. No pocos soñadores imaginaron poder ver al primer hombre sobre los cielos de la capital en breve tiempo, seguros de que tal aventura sería protagonizada inicialmente por aeronautas foráneos, pero nunca pensaron que verían entre ellos a una agraciada mujer. 

Poco después del primer vuelo sobre suelo cubano, protagonizado en la tarde Habanera del 19 de marzo de 1832 por el aeronauta francés Eugene Robertson, este despidió a su esposa, Virginia Morotto, en su aerostato, la tarde del 30 de mayo de 1828 desde la Plaza de Toros, ubicada, entonces, donde hoy tiene sus lares el conocido parque de La Fraternidad de la capital cubana.

Este vuelo animó a muchos y años más tarde la Señorita Dolores de León se convirtió en la primera cubana en ascender, como pasajera, en un globo aerostático, el 2 de mayo de 1845.

Desde entonces, rostros de féminas surcarían nuestros cielos, pero pocos imaginaron que la primera mujer en conducir un dirigible en el mundo, sería una cubana.  Ocurrió sobre los cielos de Paris en 1910, cuando la joven Aída De Acosta, condujo, en solitario, un dirigible propiedad del aeronauta portugués Alberto Santos Dumond. 

A inicios del siglo XX los globos y dirigibles dieron paso a los aeroplanos. Cuba pronto mostró al mundo las proezas de sus primeros aviadores. Domingo Rosillo y Agustín Parla fueron los primeros en cruzar en aeroplano el estrecho de la Florida, hecho ocurrido en mayo de 1913. Pasado un tiempo nos visitarían aviadoras foráneas, siendo la primera, la francesa Madame Jeanne Herveaut, quien realizó varias exhibiciones en La Habana cuando corría el mes de febrero de 1921.

Su ejemplo sería seguido por jóvenes cubanas, quienes años más tarde tomarían lecciones de aviación en nuestra capital. Eran las jóvenes habaneras Bertha Moraleda y Teresita del Rey.  La Moraleda fue la primera, se gradúa como piloto el 25 de mayo de 1930, siendo significativo su origen obrero. Ellas serian un verdadero ejemplo para otras que en las décadas siguientes retarían por igual al cielo. Fueron igualmente reconocidas en los años siguientes las aviadoras civiles, Pura Duran, María Ferrer, Noemia Borges y Celia Bassart, quienes con mayor o menor frecuencia surcaron los cielos de nuestra patria conduciendo uno u otro tipo de aeronave.

Bertha Moraleda. Foto tomada de Internet

Sin embargo, no sería esta la más frecuente de las especialidades aéreas desempeñada por féminas en la primera mitad del siglo en que surgió la aviación como medio de transporte regular y seguro.

Nuestro país, pionero en América Latina del desarrollo aéreo, se destaca desde mediados de la década de 1940 por el empleo de aeromozas en sus vuelos. La Compañía Cubana de Aviación fue escuela formadora de estas, y muchas a inicios de la década de 1950 ya acumulaban una vasta experiencia y profesionalidad, prestando sus servicios en otra destacada aerolínea cubana nombrada Aerovias Q, que cubría rutas nacionales y regionales, con un cuerpo de azafatas desde 1947, donde destacaron algunas como Purita Duran, posteriormente graduada de piloto, Yolanda Díaz, Juanita Cubas y Yolanda O´Sullivan.

 El desarrollo de la aviación comercial traería otros puestos de trabajo para la mujer, y a finales de la década del 40 se veían rostros femeninos en las salas de Control de Vuelos, llevando con cronométrica precisión la información del movimiento y posición de las aeronaves en el espacio aéreo, así como sus salidas y arribos. A su vez las aerolíneas   emplearon a féminas en las Oficinas de ventas de Boletos Aéreos, estando estas ubicadas en las terminales aéreas y en las ciudades, como las de Cubana de Aviación en La Rampa, en las esquinas de las calles 23 y O, y la Oficina de Aerovias Q, cita en Prado y San Lázaro, cercanas al malecón habanero.  

La historia y tradición de nuestras mujeres en el mundo de la aviación se vería multiplicada una década más tarde, cuando una nueva era de desarrollo aeronáutico y un nuevo proyecto social, abrieron caminos en el despertar de la sexta década del siglo XX en tierra cubana.

En esta etapa a nuestras féminas se les verá también en puestos de especialistas que históricamente eran solo desempeñado por hombres.   Por entonces se graduaban las primeras Controladoras del Espacio Aéreo de Cuba.  

Dentro de aquellas jóvenes vanguardias del Control de Tránsito Aéreo estaba Graciela Mederos, quien con apenas 16 años inicio su andar en el mundo de la aviación; Aída Yánez Rivero, magnifica Controladora y grandiosa Instructora, quien contribuyó hasta el 2011 como profesora de la especialidad.  Le seguirían Delia Parra, Marilú Bermejo, Caridad González y representantes de todas las generaciones de cubanas nacidas en los años iniciales del triunfo revolucionario.

Otras ramas de la aviación por estos 60 años de duro y hermoso bregar han abierto sus puertas para el desarrollo de la actividad femenina, desde las primeras Ingenieras y Licenciadas, nuestras aeromozas y tripulantes, destacando nuestra primera mujer Piloto formada por la Revolución, Magali Castro, quien por más de 30 años se desempeñó en su puesto de cabina, hasta las más jóvenes formadas en el presente siglo XXI, por nuestros centros de Formación, Instrucción y Superación de la aviación.

Magali Castro

En las últimas décadas numerosas mujeres han asumido con suficiente vocación y preparación, especialidades y cargos de Dirección en cada una de las entidades y Empresas del Sistema de la Aviación Civil, siendo continuadoras de las primeras aviadoras y especialistas aeronáuticas, dignas representantes de la mujer latinoamericana, de quienes nuestro José Martí, en su prólogo a “Poesía dramática Americana”, en 1878, expreso:

“Aquí, en mi madre América, la Hermosura besa en la mejilla a cada mujer que nace”