LA MUJER Y LA AVIACIÓN

Por Carlos Concepción Puentes, Historiador aeronáutico.

Desde tiempos inmemorables el hombre trató de imitar el vuelo de  las aves, primeramente elevando cometas y más tarde ideando una serie de artefactos que rayaban lo inimaginable, hasta que a finales del siglo XVIII, poco antes de la histórica Revolución Francesa, dos hermanos franceses, nombrados  Montgolfier, el 4 de junio de 1783, logran  elevar el primer ingenio  humano con capacidad de ascender a un hombre al espacio, un globo aerostático, artefacto más ligero que el aire, con el cual comenzaría desde entonces la  conquista aérea del hombre. 

En Cuba la repercusión fue casi de inmediato, la prensa y los libros con temas aeronáuticos son traídos desde la lejana Europa, y apenas iniciado el siglo XIX se divulgan noticias de tal temática, y se preparan condiciones para realizar las primeras exhibiciones aeronáuticas, por supuesto protagonizada inicialmente por aeronautas foráneos, pero a su vez, para asombro de muchos, tendrían entre los primeros protagonistas a una mujer. 

La primera mujer  en surcar los cielos cubanos,  fue  una francesa. Ocurrió en La Habana, el  30 de mayo de 1828, cuando Virginia Morotto, esposa del famoso aeronauta francés Eugene Robertson, el primer aeronauta en volar sobre Cuba, el 19 de marzo de ese año, despidió a su esposo y colega en el Globo de su propiedad,  que habían traído a La Habana en medio de los festejos por la inauguración de “El Templete”. Como curiosidad y digno de su género, la agraciada aeronauta, quien en su ascenso en solitario recorrió gran parte  de la entonces colonial ciudad, fue repartiendo desde el aire gran número de pequeños  impresos comerciales anunciando una Casa de Modas y Corsetería en la capital, para descender en la hoy conocida intercepción de las calles Infanta y Universidad.

Pasados pocos años, realizó el primer cubano su ascenso en Globo, partiendo a las 6:15 de la tarde del 30 de mayo de 1831, el aeronauta José Domingo Blinó desde la Plaza de Toros  de la Habana (enclavada entonces en las áreas del  Parque  de la Fraternidad), nada menos que con un globo aerostático de  manufactura cubana y recorriendo una distancia considerable, desde la Capital hasta las cercanías de Quiebra Hacha,  Pinar del Río, en un vuelo de casi 2 horas (todo un record).

José Domingo Blinó, Primer aeronauta cubano

Este vuelo animó a muchos, a su vez a jóvenes del sexo opuesto, pues años más  tarde la Señorita  Dolores de León se convirtió en la primera cubana en ascender (como pasajera) a un globo aerostático, acompañando al aeronauta norteamericano William Paullin en un ascenso desde la Plaza de Toros de Regla a las cercanías del Castillo del Príncipe, en la tarde del 2 de  mayo de 1845.

No serían estos los únicos  y  más conocidos ascensos  de  mujeres en Cuba, pues años después visitaría La Habana en 1856 el aeronauta más afamado de la época, el francés  Eugene Godard, viajando junto a su esposa y realizando varios ascensos con ella, siendo  conocido el efectuado para ascender, por primera vez, al después famoso y hoy popularmente conocido de todos los cubanos, al portugués Matías Pérez, el 21 de mayo de aquel memorable año, desde la Plaza de Toros de La Habana.

Los Globos tripulados dieron paso  a los Dirigibles Aerostáticos y para sorpresa de muchos, fue una cubana la primera mujer en el mundo en tripular uno de estos. Ocurrió en París, cuando Santos Dumont,  el pionero de la aeronáutica de Brasil, después de  instruir  a la Señorita Aída De Acosta, joven cubana residente en New York, vio ascender en el Dirigible de su invención a la joven habanera en los terrenos de su estación aerostática de París.  Era el 29 de diciembre de 1903, y al siguiente año, relataba  los hechos el propio Dumont, en su libro “Daus L´Air, refiriendo:

¨La heroína, joven, linda cubana, muy relacionada con la sociedad de Nueva York había venido varias veces a visitar mi estación en París y me expresó su deseo de dirigir la nave y la complací, le di lecciones y el 29 de diciembre de 1903 se elevó en los terrenos de la estación”.

Aída De Acosta vuela el Dirigible de Santos Dumont en Paris
Aída De Acosta

Solo a  inicios del siglo XX el hombre dió el primer paso decisivo en la conquista del  espacio aéreo. Mantener una aeronave tripulada y controlada, más pesada que el aire, se hizo realidad cuando en las cercanías de una playa de Carolina del Norte, Estados Unidos, nombrada Kitty Hawk, los hermanos Wright, lograban aquel milagro el jueves 17 de diciembre de 1903. Fueron los primeros hombres en conquistar el espacio en un aeroplano, y su ejemplo se diseminó por todo el mundo, haciendo eco en todos los continentes e incentivando la vocación a jóvenes y adultos, sin distinción de género alguno.

De igual manera a los Wright, destaca en esos años el genio brasileño de Santos Dumont, quien logró el primer vuelo en Europa de un aeroplano, el 23 de octubre de 1906, que tenía el mérito, a diferencia de los Wright quienes por entonces eran unos desconocido para el mundo, de lograr el despegue del aeroplano por sus propios medios desde una superpficie plana, pues los Wright lo realizaban por entonces catapultando el aeroplano  que rodaba por una rampa habilitada para realizar la carrera de despegue. Lo interesante además es que Dumont, en 1909 diseñó un aeroplano de pequeñas dimensiones, válido solo para trasladar a su tripulante, pero muy maniobrable y estable en vuelo, al que nombró “Demoiselle” (joven dama) y que según declaró posteriormente era  dedicado a la joven cubana Aída De Acosta, quien admiradora y entusiasta enamorada de la aviación, estaba siempre presente en sus demostraciones aéreas, que finalizaron al siguiente año.    

Con el surgir de las primeras escuelas de aviación, en la deslumbrante capital de Francia, una joven francesa, nombrada Raymonde de La Roche, obtuvo su título de Piloto en el año 1910, después de cursar con notas sobresalientes  la “Escuela  Voisin”, una de las más prestigiosas, para convertirse así en la primera mujer piloto del mundo. Su carrera fue brillante como relativamente efímera, al participar en varios eventos competitivos, obtener dos premios de la Copa Fémina  y finalmente morir en un lamentable accidente aéreo.

En Cuba el primer vuelo de un aeroplano lo realizó un hombre, el francés Andre Bellot, el 7 de Mayo de 1910. Le seguirían exhibiciones aéreas de aviadores foráneos afamados de todo el mundo, algunos pioneros fundadores en sus respectivas naciones, y conocedores de la importancia de Cuba como plaza destacada de los eventos aéreos.

Memorables en nuestros inicios los pilotos pioneros cubanos, Domingo Rosillo y Agustín Parla, quienes se convirtieron en mayo de 1913, en los primeros aviadores del mundo en cruzar el estrecho de La Florida en aeroplano, un récord mundial para la época al sobrevolar la mayor distancia sobre el mar, por cierto, en muy endebles aeronaves.

Nuestras  plazas aéreas se hicieron conocidas por aviadores de todo el mundo y llamaron  la atención a  famosos, como a la francesa Madame  Jeanne  Herveaut, quien realizó varias exhibiciones sobre el campo de vuelo de Columbia, convirtiéndose en la primera mujer en  volar en Cuba, cuando corría el mes de febrero de 1921.

Su ejemplo sería seguido por jóvenes criollas, quienes años más tarde tomarían lecciones de aviación en el mismo lugar. Eran las jóvenes habaneras Bertha Moraleda y Teresita del Rey.  

La Moraleda  se gradúa como piloto el 25 de Mayo de 1930, siendo  significativo  su  origen obrero.

Bertha Moraleda, Primera aviatriz de Cuba.

Es así como en la aviación cubana  surgen sus primeras mujeres aviadoras, las pioneras de esta profesión y serían un verdadero ejemplo para otras que en las décadas siguientes retarían por igual  al cielo. Fueron igualmente reconocidas en  los años siguientes las aviadoras civiles, Pura Durán, María Ferrer, Noemia Borges y Celia Bassart, quienes con mayor o menor frecuencia surcaron los cielos de nuestra Patria conduciendo uno u otro tipo de  aeronave.

Imagen de Purita Durán recibiendo sus Alas de Piloto civil. Revista Aérea Cubana.

Sin embargo, no sería esta la más frecuente de las especialidades aéreas desempeñada por féminas en la primera mitad del siglo en que surgió la aviación  como medio de transporte regular y seguro. Trascurridos unos meses al  término de la Segunda Guerra Mundial las aerolíneas comerciales expanden sus rutas,  inician en algunas y amplían otras el servicio de atención a pasajeros por asistentes de vuelos, que en un inicio era desempeñado solo por hombres,   aparecen en ellos las carismáticas azafatas, conocidas más tarde como aeromozas en muchas compañías aéreas.  

Nuestro país, pionero en América latina  del desarrollo aéreo,  se destaca desde mediados de la década de 1940 por el empleo de aeromozas  en sus vuelos. La Compañía Cubana de  Aviación fue escuela formadora de estas, y muchas a inicios de los años 1950 ya acumulaban una vasta experiencia y profesionalidad, prestando sus servicios en otra destacada aerolínea  cubana nombrada Aerovías Q, que cubría rutas nacionales y regionales, con un cuerpo de azafatas desde 1947, donde destacaron algunas como Purita Durán, posteriormente graduada de Piloto, Yolanda Díaz, Juanita Cubas y Yolanda O´Sullivan.

El desarrollo de la Aviación Comercial traería otros puestos de trabajo para la mujer, y a finales de la década del 40 se veían rostros femeninos en las salas de Control de Vuelos, llevando con cronométrica precisión la información del movimiento y posición de las aeronaves en el espacio aéreo, así como sus salidas y arribos. A su vez las aerolíneas   emplearon a féminas en las Oficinas de ventas de Boletos Aéreos, estando estas ubicadas en las terminales aéreas y en las ciudades, como las de Cubana de Aviación en La Rampa, en las esquinas de las calles 23 y O, y la Oficina de Aerovias Q, cita en Prado y San Lázaro,  La Habana.   

La Historia y tradición de nuestras mujeres en el mundo de la aviación, se vería multiplicada décadas más tarde, cuando una nueva era de desarrollo aeronáutico y sobre todo un nuevo  proyecto social, abrió caminos con el despertar de la sexta década del siglo XX en nuestra Patria.

Con el luminoso enero de 1959, las aerolíneas cubanas dejaron de pertenecer a intereses personales de un grupo mínimo de  “inversionistas”, cuando en mayo de ese año fueron intervenidas por el Gobierno Revolucionario y meses más tarde unificadas las 4 aerolíneas existentes en una nueva Empresa “Cubana de Aviación”,   y a partir  del 15 de Febrero de 1960, salieron todas las aeronaves a volar bajo el emblema de Cubana de Aviación, y se tomaría esa fecha como el “Día del trabajador de la  Aviación Civil Cubana”.  Desde entonces todos los trabajadores de la aviación cubana, destacados además en las luchas sociales desde inicios de la década de 1940, se unieron y formaron parte de la aerolínea Bandera de Cuba, llevando por el mundo el mensaje de paz, amistad y solidaridad de nuestro pueblo.

En los primeros meses  del Gobierno Revolucionario, a la par de las medidas de corte social y de beneficio económico para los sectores  más necesitados, se iniciaron las acciones agresivas de las clases sociales privilegiadas, encaminadas a evitar la consolidación de la Revolución.

La aviación civil desde los primeros meses fue afectada por la acción de la contrarrevolución, quien en un inicio trato de paralizar las operaciones aéreas, convocando a una “Huelga Obrera” y posteriormente a un éxodo de los especialistas hacia los Estados Unidos. Es precisamente en ese momento que a un llamado de  la Dirección Revolucionaria y de la vanguardia obrera de la Revolución, ingresan a la aviación civil nuevos jóvenes identificados con el programa revolucionario, y que con gran esfuerzo y amor, se preparan para ocupar  los puestos más urgentes en las instalaciones  aeroportuarias del país.

 En esta nueva tarea se destaca también la mujer,  y desde entonces se les verá  en puestos de especialistas que históricamente  eran solo desempeñado por  hombres.        

 Ejemplo destacado fue el de los Controladores Aéreos, los cuales regulan y controlan el tránsito de las aeronaves por el espacio aéreo de cada región. A inicios del  año 1959, los pocos especialista que identificados con el proceso revolucionario siguieron laborando en el Servio de Control Aéreo, fueron  los encargados de preparar a las nuevas generaciones , dentro de ellas a unas pocas jóvenes, quienes recibieron, en un plazo corto, las herramientas necesarias para hacer posible la continuidad de este imprescindible servicio aeronáutico.

De aquellos compañeros destacaron el maestro de la Aviación Civil Cubana Mario Torres Menier y el  inolvidable Francisco Figueroa Bomtempo, quienes prepararon con rigurosa profesionalidad, junto a destacados profesores de Transito Aéreo, como Pablo Muñoz Villareal, Arturo Garay Borras y Jesús Porto,  a una nueva generación de Controladores Aéreos, entre los cuales se graduaban las primeras Controladoras del Espacio Aéreo de Cuba.   

Dentro de aquellas féminas vanguardias del Control de Tránsito Aéreo estaban Graciela Mederos,  quien con apenas 16 años inició su andar en el mundo de la aviación y  posteriormente fue una excelente profesional que se desempeñó como especialista del  Departamento de Operaciones del Aeropuerto José Martí.  Aída Yánez Rivero, magnífica Controladora y grandiosa Instructora, quien contribuyó  hasta el 2011 como profesora de la especialidad;  Delia Parra, Marilu Bermejo, Caridad González y  representantes de todas las generaciones de féminas cubanas nacidas en los años posteriores al triunfo revolucionario.


Curso de Controladores Aéreos que  incluyo a mujeres.

Otras ramas de la aviación por estos  60 años de duro y hermoso bregar han abierto sus puertas para el desarrollo de la actividad femenina, desde las primeras Ingenieras y Licenciadas, aeromozas y tripulantes, destacando nuestra primera mujer Piloto formada por la Revolución, Magali Castro, quien por mas de 30 años se desempeñó en su puesto de cabina, hasta las más jóvenes formadas en el presente siglo XXI, por nuestros centros de Formación, Instrucción y Superación de la aviación.

En las últimas décadas numerosas mujeres han asumido con suficiente preparación y resultados,   cargos de Dirección, conformando un ejemplar y considerable grupo de Mujeres Directivas en cada una de las Empresas del Sistema Empresarial de la Aviación Civil, siendo dignas continuadoras de las pioneras aviatrizes, y de todas  las féminas cubanas y latinoamericanas, de quienes nuestro José Martí, un día de febrero de 1878, desde la hermana tierra de  Guatemala,    en su prólogo a “Poesía dramática  Americana”  expresó:

“Aquí, en mi madre América, la Hermosura besa en la mejilla  a cada mujer que nace” 

José  Martí.